martes, 22 de abril de 2008

José María Gómez Sanjurjo 1

Los surcos del espíritu de un poeta

Tú sabes cuánto alcanza a doler sobre la vida
el sueño de llevar los ojos siempre abiertos.
José María Gómez Sanjurjo, Tú sabes…

Siendo un poco pretensioso con este espacio dedicado a mis modestos pareceres de aprendiz, podría decir que José María Gómez Sanjurjo es algo así como un poeta en estado puro. Al menos, encaja a la perfección con la imagen que se genera en mi mente cuando pienso en alguien que dedica sus horas a este poco rentable pero -paradójicamente- enriquecedor oficio.

Los poemas de Gómez Sanjurjo rezuman esa sensibilidad de quien sabe mirar y afanarse en buscar las razones últimas de cada arista de la vida. No me gusta mucho emplear la palabra melancolía por encontrarla un poco trillada, pero no me queda más remedio, esta vez, sino hacer referencia a esta tristeza vaga pero a la vez intensa y característica que impregna las obras de las almas perceptivas. Los productos de aquéllos condenados a tener los ojos siempre abiertos, como dice nuestro autor, y a ver tanto alegría como dolor, esperanza y desazón, en sitios donde para otros pasan desapercibidos.

Están presentes también en sus palabras el deseo de esa libertad interna, más allá del tiempo y las distancias, el amor recordado desde lejos, a través del velo gris de una tarde lluviosa, o el dolor de callar cuando sabemos que la pasión ha muerto, y la sencillez de espíritu necesaria para partir en silencio un día cualquiera, antes del alba.

Podemos pensar que no es difícil escribir poesía; nada más lejos de la verdad. Aunque no quiero sonar engreído o crítico en demasía, opino que los tiempos actuales no son precisamente generosos en buenos poemas. Cantidad no equivale a calidad. Quienes saben, afirman que es necesario acostumbrarse a leer poesía para saber apreciarla y mucho más para escribirla. Más aun, hay que habituarse a leer buena poesía, y en pos de este propósito recomiendo con toda seguridad a Gómez Sanjurjo, verdadero y admirable maestro a seguir.




Comentario aparecido en la revista
Acción Cooperativa, Julio 2007.

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