Así quiere ser mi poesía cuando grande.
Soy un deseo de todo con la nada en el centro
preñez vasta de incendios que no llega a tizón.
Un sueño vertical atado a un giro eterno.
Estrella a la que un negro agujero absorbió.
J. Plá, Soy.
Nunca planeé experimentar con la poesía seriamente. Con mi escepticismo innato respecto a temas amorosos, poco podían interesarme los cursis vericuetos líricos. Hasta el día radiante en el cual descubrí que existían otras voces. Un poema de Borges arrojó la primera piedra. Pero fue la obra de Josefina Plá la que terminó de romper las estructuras de mis prejuicios, ayudándome a ver nuevas posibilidades de creación entre los pedazos.
Si mi amigo comentarista de la columna de al lado encontró en las palabras de la poetisa un boceto nítido de su ideal, yo descubrí algo igual de importante: una gran referente literaria. Fue una de las primeras veces que admití seriamente: “así quiero escribir algún día”.
Expresar con bellas y justas palabras el orgullo y la responsabilidad de ser mujer. Encarar en verso los vaivenes de la existencia, como el faro solitario y firme resiste las furiosas olas del mar. Caminar sin miedo y recia hacia el día fatal. Hay tantos aciertos en los poemas de Josefina que cualquier listado se quedaría inevitablemente corto.
Lo que más admiro de ella es su voz capaz de erguirse como única, propia de alguien que no tuvo reparos en trasladar su vida al otro extremo del mundo en pos de lo querido. Tomó decisiones y supo asumir las consecuencias, más allá de los aciertos y errores. Hizo de la erosión de la vida la fuerza transformadora de su obra, creando así una hermosa escultura.
Además de su lírica admiro su gran versatilidad, al incursionar en tantas ramas del arte. Escritura, grabado, muralismo, cerámica, crítica y más... Y también me encantó su amor por sus decenas de gatos que la rodearon hasta sus días finales, como una última y clara prueba de que quien tiene en su interior una fuerza, como de volcán en erupción, no sabe quedarse quieta ni un momento: crea, recrea y se entrega, segundo a segundo.
Soy un deseo de todo con la nada en el centro
preñez vasta de incendios que no llega a tizón.
Un sueño vertical atado a un giro eterno.
Estrella a la que un negro agujero absorbió.
J. Plá, Soy.
Nunca planeé experimentar con la poesía seriamente. Con mi escepticismo innato respecto a temas amorosos, poco podían interesarme los cursis vericuetos líricos. Hasta el día radiante en el cual descubrí que existían otras voces. Un poema de Borges arrojó la primera piedra. Pero fue la obra de Josefina Plá la que terminó de romper las estructuras de mis prejuicios, ayudándome a ver nuevas posibilidades de creación entre los pedazos.
Si mi amigo comentarista de la columna de al lado encontró en las palabras de la poetisa un boceto nítido de su ideal, yo descubrí algo igual de importante: una gran referente literaria. Fue una de las primeras veces que admití seriamente: “así quiero escribir algún día”.
Expresar con bellas y justas palabras el orgullo y la responsabilidad de ser mujer. Encarar en verso los vaivenes de la existencia, como el faro solitario y firme resiste las furiosas olas del mar. Caminar sin miedo y recia hacia el día fatal. Hay tantos aciertos en los poemas de Josefina que cualquier listado se quedaría inevitablemente corto.
Lo que más admiro de ella es su voz capaz de erguirse como única, propia de alguien que no tuvo reparos en trasladar su vida al otro extremo del mundo en pos de lo querido. Tomó decisiones y supo asumir las consecuencias, más allá de los aciertos y errores. Hizo de la erosión de la vida la fuerza transformadora de su obra, creando así una hermosa escultura.
Además de su lírica admiro su gran versatilidad, al incursionar en tantas ramas del arte. Escritura, grabado, muralismo, cerámica, crítica y más... Y también me encantó su amor por sus decenas de gatos que la rodearon hasta sus días finales, como una última y clara prueba de que quien tiene en su interior una fuerza, como de volcán en erupción, no sabe quedarse quieta ni un momento: crea, recrea y se entrega, segundo a segundo.
Comentario aparecido en la revista
Acción Cooperativa, Marzo 2007.
Acción Cooperativa, Marzo 2007.