lunes, 18 de junio de 2007

Breve Biografía de los Autores del Mes

Este mes tuvimos víctimas por partida doble: dos grandes escritores uruguayos cuyos apellidos tienen en común la desinencia...

Mario Benedetti y Juan Carlos Onetti


Mario Benedetti nació el 14 de septiembre del 1920, en el Paso de los Toros (Departamento de Tacuarembó, Uruguay), una ciudad a 200 kilómetros al norte de Montevideo. Vivió desde muy joven en la capital uruguaya y se educó en el Colegio Alemán y el Liceo Miranda. Trabajó, en Montevideo, como vendedor, taquígrafo, contable, funcionario público y periodista.

Entre 1938 y 1941 residió casi continuamente en Buenos Aires, pero en 1945 regresó a Montevideo y pasó a formar parte de la redacción del semanario Marcha, donde escribió hasta 1974, cuando la publicación fue clausurada por el régimen militar. En 1973, Benedetti se exiló y durante 12 años residió en Argentina, Perú, Cuba y España.

Cronología.



Juan Carlos Onetti nació en Montevideo, Uruguay, el 1° de julio de 1909. Se sabe muy poco acerca de su infancia. “Decir la infancia”, ha escrito, “implica sin remedio un fracaso equivalente a contar los sueños ( ... ). Recuerdo que mis padres estaban enamorados. El era un caballero y ella una dama esclavista del sur de Brasil. Y lo demás es secreto. Se trata de un santuario sagrado”. De joven, trabajó como portero, mozo de café, vendedor de entradas en el Estadio Centenario o empleado de una empresa de neumáticos. Se casó varias veces (la última con la violinista Dorotea Muhr, su actual mujer) y tiene dos hijos: Jorge (que es también un conocido escritor) e Isabel María.

En 1930 se traslada a Buenos Aires, donde al parecer fracasa como vendedor de máquinas de escribir. Hace periodismo (crónicas cinematográficas) en el diario Crítica. En 1933, el diario La Prensa publica uno de sus primeros cuentos. De 1934 a 1940 vive en Montevideo. Carlos Quijano funda en 1939 el semanario Marcha, en el que Onetti ocupa la secretaría de redacción y firma además con varios seudónimos. Publica su primera novela, El pozo (en tirada de sólo 500 ejemplares), que diversos críticos destacaron luego como piedra fundamental de la nueva narrativa uruguaya.

Desde 1941 hasta 1954 reside nuevamente en Buenos Aires, donde trabaja en la agencia Reuter y en las revistas Vea y Lea e Ímpetu. Publica asimismo cuentos y las novelas Tierra de nadie (1941), Para esta noche (1943), La vida breve (1950) y Los adioses (1954). En 1955 regresa a Montevideo, colabora en el diario Acción, de Luis Batlle Berres, y en 1957 es designado director de las Bibliotecas Municipales de Montevideo. Publica varios libros de cuentos (entre ellos, el notable El infierno tan temido, y las novelas El astillero (1961) y Junta cadáveres (1964).

En el presente, tanto Onetti en persona como su obra publicada han traspasado las fronteras del solar (montevideano o bonaerense) de origen. Del traslado personal cabe responsabilizar a la dictadura uruguaya (afortunadamente cancelada a partir de 1985) que encarceló a Onetti por el singular delito de haber integrado un jurado del semanario Marcha que premió un cuento de Nelson Marra, entendido por los censores castrenses como un mero circunloquio sobre la muerte violenta de un connotado torturador. Cuando por fin recuperó la libertad, la permanencia en Montevideo se hizo insoportable para el novelista, calificado entonces de “pornógrafo” por las autoridades militares, y en consecuencia emigró a España, donde el merecido prestigio y la amplia divulgación de sus libros no fueron inmediatos.

En realidad, pasaron algunos años antes de que la crítica y el lector españoles se decidieran a abordar ese mundo, tan peculiar, de taciturnos existenciales. Fue a partir del Premio Cervantes, que le fuera concedido en 1980, cuando la fama de Onetti se consolidó definitivamente. Sus tres. últimas novelas, publicadas, todas en España, son Dejemos hablar al viento (1979), Cuando entonces (1987) y Cuando ya no importe (1993).

Tanto los críticos uruguayos, aun los más rigurosos, como los escritores de distintas promociones, tendencias y grupos (separados a veces por agrias polémicas), llegan a una insólita unanimidad cuando se trata de juzgar elogiosamente a Onetti.

Ampliar la biografía.



Fuente de ambas biografías: Literatura.us


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