viernes, 19 de septiembre de 2008

Jorge Luís Borges 2

“Límites”: la constante despedida

Si para todo hay término y hay tasa
Y última vez y nunca más y olvido
¿Quién nos dirá de quién, en esta casa,
Sin saberlo, nos hemos despedido?
Jorge Luís Borges, Límites.

Leer por primera vez a Borges es para mí uno de esos instantes iniciáticos que marcan la existencia: todavía en el colegio, en un librito prestado y de hojas amarillentas, descubrí sus poemas y hallé el que considero uno de los tesoros literarios que guarda mi memoria: “Límites”. Por estos versos yo empecé a amar la poesía y subí un escalón más arriba en mi vida literaria: me recuerdo releyéndolo incontables veces como una niñita asombrada. Como alguien a quien -sin estar aún preparado- le fueran revelados los secretos oscuros de la vida.

Desde mi punto de vista, Borges es literatura para almas selectas. Requiere cierta cultura y, por momentos, mucha paciencia para no naufragar en un mar de datos incalculables e imaginarios. Pero lo más importante quizás sea tener algo de ese carácter flemático -tan inglés- que impregna la vida y obra de Borges. Hay que ser un poco frío, algo incomprendido. Para disfrutar de este autor debemos estar de acuerdo en algo muy importante con él: imaginar el Paraíso que esperamos alcanzar un día como una fantástica biblioteca infinita.

Mientras tanto, reconocemos nuestros límites y entendemos que cada día morimos un poco, con cada recuerdo perdido y las personas que ya no volveremos a ver, con cada puerta cerrada para siempre y una calle recorrida por última vez, sabiendo que hay un espejo en el cual no habremos ya de reflejarnos y algún libro de todos los que conforman nuestra biblioteca, que no alcanzaremos a leer. Aceptamos que en cada jornada anochece nuestra vida y aprendemos a decir adiós hasta a nosotros mismos.

Creo en el alba oír un atareado
Rumor de multitudes que se alejan;
Son lo que me ha querido y olvidado;
Espacio y tiempo y Borges ya me dejan.


Comentario aparecido en la revista
Acción Cooperativa, Agosto 2007

Jorge Luís Borges 1

Un libro infinito y la utopía inversa

Si el espacio es infinito estamos en cualquier punto del espacio. Si el tiempo es infinito estamos en cualquier punto del tiempo.
Jorge Luís Borges, El libro de arena.

No soy el lector que desearía ser, lo admito. Me limitan las múltiples ocupaciones de ciudadano posmoderno: estudiante, empleado, pseudo escritor, filósofo barato, internauta, etc. Este mínimo comentario es hoy, ante la figura de Borges, más pequeño que nunca.

Elegí, como punto de referencia y dentro de mi conocimiento siempre insuficiente, dos cuentos que me gustan mucho: “El libro de arena” y “Utopía de un hombre que está cansado”. El primero trata de un tomo infinito como lo que le da nombre, sin principio ni fin. El segundo es una visión pesimista y melancólica del futuro, visitado por alguien de una época antigua: la nuestra.

Disfruto de los relatos fantásticos de Borges particularmente por ese tono sin estruendos, donde la angustia existe pero no llega a manifestarse y atraviesa todo el relato, como reprimida en el interior de las palabras que lo constituyen. He oído críticas precisamente acerca de este punto: a Borges lo tildan de frío, lo caracterizan como alguien que sólo ha vivido encerrado en su biblioteca, incapaz de conocer en carne propia la emoción de la vida real e intensa, menos aún de transmitirla. Quizás sea cierto para algunos, pero yo me reafirmo en mis preferencias literarias: la obra de Borges me resulta admirable y justamente por aquello que otros rechazan. Ajeno a este interesante choque entre defensores y detractores, se eleva incólume el recuerdo de un autor que a nadie pasa desapercibido, eterno candidato al Nobel que jamás logró conseguirlo.

Para terminar, creo que los dos cuentos que he citado le servirían a cualquiera que tenga interés en conocerlo para realizar un acercamiento a su simbología y sus inquietudes. A quienes ya lo conocen, les ayudarán a recordar o a profundizar. En cualquiera de los casos, leerlos vale la pena.


Comentario aparecido en la revista
Acción Cooperativa, Agosto 2007

Breve Biografía del Autor: Jorge Luis Borges

El 24 de agosto de 1899, a los ocho meses de gestación, nace en Buenos Aires Jorge Luis Borges en casa de Isidoro Acevedo, su abuelo paterno. Es bilingüe desde su infancia y aprenderá a leer en inglés antes que en castellano por influencia de su abuela materna de origen inglés.

Georgie, como es llamado en casa, tenía apenas seis años cuando dijo a su padre que quería ser escritor. A los siete años escribe en inglés un resumen de la mitología griega; a los ocho, La visera fatal, inspirado en un episodio del Quijote; a los nueve traduce del inglés "El príncipe feliz" de Oscar Wilde.

En 1914, y debido a su ceguera casi total, el padre se jubila y decide pasar una temporada con la familia en Europa. Debido a la guerra, se instalan en Ginebra donde Gerorgie escribirá algunos poemas en francés mientras estudia el bachillerato (1914-1918). Su primera publicación registrada es una reseña de tres libros españoles escrita en francés para ser publicada en un periódico ginebrino. Pronto empezará a publicar poemas y manifiestos en la prensa literaria de España, donde reside desde 1919 hasta 1921, año en que los Borges regresan a Buenos Aires. El joven poeta redescubre su ciudad natal, sobre todo los suburbios del Sur, poblados de compadritos. Empieza a escribir poemas sobre este descubrimiento, publicando su primer libro de poemas, Fervor de Buenos Aires (1923). Instalado definitivamente en su ciudad natal a partir de 1924, publicará algunas revistas literarias y con dos libros más, Luna de enfrente e Inquisiciones, establecerá ya en 1925 su reputación de jefe de la más joven vanguardia.

En los treinta años siguientes, Georgie se transforma en Borges; es decir: en uno de los más brillantes y más polémicos escritores de nuestra América. Cansado del ultraísmo (escuela experimental de poesía que se desarrolló a partir del cubismo y futurismo) que él mismo había traído de España, intenta fundar un nuevo tipo de regionalismo, enraizado en una perspectiva metafísica de la realidad. Escribe cuentos y poemas sobre el suburbio porteño, sobre el tango, sobre fatales peleas de cuchillo ("Hombre de la esquina rosada", "El Puñal"). Pronto se cansará también de este ismo y empezará a especular por escrito sobre la narrativa fantástica o mágica, hasta punto de producir durante dos décadas, 1930-1950, algunas de las más extraordinarias ficciones de este siglo (Historia universal de la infamia,1935; Ficciones, 1935-1944; El Aleph, 1949; entre otros).

En 1961 comparte con Samuel Beckett el Premio Formentor otorgado por el Congreso Internacional de Editores, y que será el comienzo de su reputación en todo el mundo occidental. Recibirá luego el título de Commendatore por el gobierno italiano, el de Comandante de la Orden de las Letras y Artes por el gobierno francés, la Insignia de Caballero de la Orden del Imperio Británico y el Premio Cervantes, entre otros numerosísimos premios y títulos.

Una encuesta mundial publicada en 1970 por el Corriere della Sera revela que Borges obtiene allí más votos como candidato al Premio Nobel que Solzhenitsyn, a quien la Academia Sueca distinguirá ese año.

El 27 de Marzo de 1983 publica en el diario La Nación de Buenos Aires el relato "Agosto 25, 1983", en que profetiza su suicidio para esa fecha exacta. Preguntado tiempo más tarde sobre por qué no se había suicidado en la fecha anunciada, contesta lisamente: "Por cobardía". Ese mismo año la Academia sueca otorga el Premio Nobel a William Golding; uno de los académicos denuncia la mediocridad de la elección. Todos siguen preguntándose por qué Borges es sistemáticamente soslayado. El premio a Golding parece dar la razón a los que dudan de que los académicos suecos sepan realmente leer.

Jorge Luis Borges murió en Ginebra el 14 de junio de 1986.


Fuente de la biografía y de la foto: Literatura.org